Fernando Carretero Padilla
Hacia mediados de 2004, me sumergí en las salas de prensa y los textos periodísticos. Allí, mediante las técnicas del análisis lingüístico, orienté a periodistas y colaboradores sobre aspectos del texto como la fluidez, la coherencia, la cohesión y las interminables discusiones de normativa ortotipográfica (puntos, comas, mayúsculas); además de inmiscuirme en los procesos de escritura sobre política, farándula y chismes de la aristocracia criolla.
Posteriormente, integré la nómina de una reconocida editorial comercial colombiana. Entonces, como editor, aprendí a gestionar otros entuertos detrás de una obra: desde la concepción de un manuscrito; pasando por su diseño, diagramación e impresión; hasta su venta en librerías. Trabajé con temáticas y géneros variopintos: cuentos, novelas, obras de referencia y de interés general, quiromancia, angelología, tarot, feng shui, mercadeo, branding, informática… Esta bibliodiversidad fue un golpe al ego academicista y disciplinar de la lingüística, que fue compensado sin embargo por el cúmulo de nuevos saberes, y por la filial fascinación que causan los libros terminados, vestidos y emancipados en las vitrinas y estantes de librerías y ferias de libros.
Conforme el mercado editorial cambiaba, transité con facilidad a la corrección y edición de revistas de investigación y libros académicos universitarios, producidos en un riguroso y exigente entorno editorial más alineado con mis afectos y gustos profesionales. Simultáneamente, con vocación autónoma “emprendedora”, ofrecía los mismos servicios a agencias de publicidad, casas editoriales, organizaciones no gubernamentales, entidades públicas, imprentas, etc., dentro y fuera de Colombia.